Curiosamente, el amamantamiento es a menudo un tema que pasa desapercibido durante el embarazo y que, sin embargo va a proporcionar al bebé casi todas sus necesidades básicas: alimento, calor, seguridad y afecto.
El bebé puede parecer una criatura compleja, pero realmente no pide mucho e, irónicamente, es el pecho de su mamá el que puede dárselo todo.
¿Qué es la lactancia materna?
La lactancia materna ha sido la forma de alimentación propia de la cría del ser humano desde hace miles de años y podría definirse como un fenómeno codificado genéticamente en nuestro ADN desde hace millones de años, que tiene lugar cuando se permite el desarrollo de vínculos entre la mamá y el bebé, esto es, la reprogramación del cerebro de la madre que la prepara para la crianza.
La lactancia materna o natural debe ser entendida como un fenómeno innato (nacemos con la capacidad de amamantar y de ser amamantados), en el que desempeña un papel fundamental al aspecto cultural, es decir, aprender a través de la transmisión de los conocimientos del arte de amamantar entre generaciones.
«La lactancia materna se convierte en los cimientos de protección de la salud, ya que proporciona nutrientes al bebé y lo protege de enfermedades que pueden poner en riesgo su vida», afirma el jefe del Servicio Territorial de Sanidad, Casto López.
Beneficios de la lactancia materna
No solo comporta aspectos positivos para el bebé, para quien es el alimento perfecto y mejor adaptado a sus necesidades, sino también para la propia madre, su entorno y el medio ambiente.
Las propiedades y beneficios de la leche materna son objeto de constante investigación, sobre todo de cara a la promoción de la salud y prevención de problemas de salud a largo plazo. Supone una fuerte protección contra infecciones del sistema digestivo, respiratorio y unitario.
Se ha observado en numerosos estudios científicos el efecto protector de la leche materna a largo plazo a problemas tales como la dermatitis atópica, la alergia o el asma, la obesidad, la diabetes, la celiaquía, la enfermedad inflamatoria, intestinal, etc.
Además el hecho de dar el pecho también supone grandes ventajas, dado que, además de su evidente acción frente a la hemorragia en el posparto, actúa previniendo fracturas osteoporóticas en edades avanzadas así como ciertos cánceres (ovario, útero y mama) y otras enfermedades como artritis reumatoide.
Conservación de la leche materna
Además de todos los beneficios que aportan, la leche materna es muy valiosa, por ello os dejamos la directrices a elegir para la conservación de leche materna.
- Si te extraes pequeñas cantidades de leche materna varias veces al día, mezcla porciones de leche diferentes solo si todas las porciones se han refrigerado bien en el frigorífico. No añadas nunca leche recién extraída a leche ya enfriada.
- No guardes la leche materna en la puerta del frigorífico, sino en la parte más fría: la zona trasera del estante de encima del compartimento de las verduras.
- Para congelar leche materna, puedes usar biberones para leche materna o bolsas Pump & Save. No llenes los biberones ni las bolsas más de tres cuartos de su capacidad, ya que la leche se expandirá al congelarse.
- Nunca descongeles ni calientes la leche materna congelada en el microondas ni en agua hirviendo. De este modo, evitas la pérdida de vitaminas y minerales, además de posibles quemaduras para el bebé.
- Para conservar los componentes de la leche materna, lo mejor es descongelarla en el frigorífico durante la noche. También puedes poner el biberón o la bolsa bajo agua templada (37 °C como máximo).
- Mueve suavemente el biberón o la bolsa Pump & Save para mezclar la grasa que se haya separado. No agites ni revuelvas la leche.
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